jueves, 22 de octubre de 2009

MILAGRO EN HIROSHIMA

EL TESTIMONIO DEL PADRE SCHIFFER




"En esa casa, todos los días, el Santo Rosario era rezado por todos en comunidad" Durante la segunda guerra mundial, dos terribles bombas atómicas fueron lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. En Hiroshima sucedió algo extraordinario.



Una pequeña comunidad de padres jesuitas vivía en una casa próxima a la iglesia parroquial, situada a sólo ocho manzanas del centro del estallido de la bomba. Hiroshima fue casi totalmente arrasada por la primera bomba atómica, el 6 de agosto de 1945. Unos 12 km2 de la ciudad fueron destruidos y se contabilizaron 130.000 victimas, entre las cuales murieron 80.000. Perecieron prácticamente todas las personas que se encontraban en el radio de un kilómetro y medio del centro de la dentro de la explosión, pero los ocho jesuitas quedaron ilesos. La casa donde vivían todavía estaba en pie; la iglesia cercana, totalmente destruida. ¿Cómo ocurrió el milagro? El padre Hubert Schiffer fue uno de los ocho jesuitas supervivientes. Tenía 30 años cuando explotó la bomba atómica en Hiroshima y vivió otros 33 años más, con salud y a pleno rendimiento apostólico.



Dio testimonio de su experiencia en Hiroshima durante el Congreso Eucarístico que se celebró en Filadelfia, USA, en 1976. Por aquel entonces vivían los ocho miembros de la comunidad protagonista de la desgarradora tragedia. El padre Schiffer fue examinado e interrogado por más de doscientos científicos que pudieron explicar cómo él y sus compañeros habían sobrevivido entre los millares de muertos. El misionero jesuita lo atribuyó a la protección de la Santísima Virgen. Declaró: "Yo estaba en medio de la explosión atómica, y estoy aquí todavía, vivo y a salvo. No me alcanzó su destrucción". El padre Schiffer manifestó que, durante varios años, cientos de expertos e investigadores estudiaron e investigaron las razones científicas del porqué la casa cercana a la iglesia no fue afectada. Él observó una única diferencia: "En esa casa, todos los días, el Santo Rosario era rezado por todos en comunidad"
 

En la otra ciudad devastada por la bomba atómica, Nagasaki, San Maximiliano Kolbe había establecido un convento franciscano que también quedó intacto, los hermanos protegidos gracias a la protección de la Virgen. Allí ellos también rezaban diariamente el santo Rosario

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